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lunes, 27 de mayo de 2013

Desde fuera

La Rosaleda sonaba al unísono, cantaba a unos héroes que habían luchado contra todas las adversidades y habían unido, no solo al malaguismo sino a toda España, para superar cada obstáculo, cada barrera, cada piedra que la UEFA o el TAS colocaban sobre el camino de los blanquiazules. Durante toda esta travesía el Málaga no ha caminado solo, y cada vez que aumentaban las dificultades eran más los aficionados al fútbol que se unían a la causa del equipo andaluz. A partir de ahora, con o sin jeque, jugando en la Champions o simplemente compitiendo en liga, el Málaga tendrá el aliento de cualquiera de las personas que han soñado con la hazaña de Pellegrini y sus jugadores y que les ha llevado a ganarse el cariño de una nación entera. El milagro acabó en La Rosaleda con la victoria ante el Deportivo, el equipo de la Costa del Sol estará en la próxima Europa League, al menos por ahora. Se cerró el círculo, un proyecto inolvidable.

Un equipo unido y una afición entregada
Los responsables de este logro son muchos, Pellegrini ha demostrado la capacidad de dirigir a un equipo contra viento y marea, manteniendo la unión y logrando separar los conflictos extradeportivos de lo que ocurría en los vestuarios. El chileno se ha ganado los halagos que le negaron tras su paso por el Madrid, ahora apunta a Manchester para agrandar su currículum. Los jugadores también han tenido culpa de esta magnífica temporada, supieron levantarse tras cada golpe que recibían, se dejaron la piel sin preocuparse en lo demás. No había titulares y suplentes, había una plantilla que remaba en la misma dirección bajo las órdenes del ¨Ingeniero¨. Isco tuvo que crecer a pasos acelerados tras la marcha de Cazorla, Saviola y Roque marcaban los goles que antes hacían Rondón y Van Nistelrooy, Joaquín vivía una segunda juventud. Todos rindieron por encima de lo habitual y la labor de Husillos para traer jugadores a coste cero permitió seguir remando hasta alcanzar la orilla. Había que cubrir muchas bajas, estos parches no debían desentonar en la Champions y sus pretensiones económicas debían acoplarse a la situación de un club que se tambaleaba. El rompecabezas era difícil de resolver pero al final todo encajó.

Europa es blanquiazul
La afición, clave para animar a los jugadores cuando estos veían imposible levantarse, si es que esa sensación llegó alguna vez a los vestuarios del Málaga. Si las salidas de jugadores importantes, la irresponsabilidad del jeque y la eliminación de la Champions duele es sobre todo por la afición. Ahora es cuando se viene a la memoria las colas interminables en las taquillas de La Rosaleda, como los abonos se agotaban en pocas horas, como una ciudad entera depositaba todas sus ilusiones en una temporada que debía ser histórica, y lo fue aunque ante un escenario inesperado. Los malagueños pueden presumir de ser protagonistas de estas experiencias, de saber sobreponerse al rechazo, su equipo ha sido tratado diferente por ser el pequeño, pero todos ellos han demostrado ser más fuerte de lo que parecían. Cada golpe no los debilitaba sino que los fortalecía, cada estocada sacaba a relucir el orgullo de una afición que ha disfrutado de una historia irrepetible de la mano de un equipo eterno.

Cuando muchos quieren tirarte, más rápido hay que levantarse

Todo esto que escribo no es información, es la opinión de alguien que ha visto como la ciudad se echaba a la calle, como unos jugadores se levantaban para seguir luchando tras el varapalo de Dortmund, como un club autogestionado se ha dejado hasta el último aliento para acabar lo más arriba posible. Y lo escribo tras la experiencia que he vivido desde fuera, no me considero malaguista pero me alegro por los logros de este equipo y su afición, y no hablo solo de un resultado deportivo, es mucho más que eso. 

Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv

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