El domingo
24 de febrero de 2013 será recordado por los aficionados del Swansea por haber
logrado la Copa de la Liga, el resto de aficionados tendrá en sus retinas las
cerca de 40.000 banderas del Bradford hondeando en Wembley a pesar del 5-0. Se
escapaba el título, pero con el pitido final también se lograría un recuerdo
para la eternidad, un equipo de cuarta categoría a punto de rozar la gloria. El
mítico Wembley fue el escenario de este gran partido, un templo legendario que
tantas veces antes se ha llenado de unos seguidores que viven por su equipo,
unos seguidores que demuestran partido a partido la grandeza del fútbol, un
deporte en el que lo importante no siempre es ganar, un deporte que sirve para
unir. Es la esencia del fútbol británico, una esencia que se pierde en España,
que mata al deporte rey.
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Old Trafford, con su lleno habitual |
Los estadios
ingleses son una muestra de colorido, de unión entre los ¨supporters¨, una
fiesta en cada partido sin importar el resultado, sin que los kilómetros
recorridos por la hinchada sean excusa para no animar. En el polo opuesto están
los feudos españoles, grandes estructuras de cemento que reflejan la mala
situación que atraviesa el país. Los campos se vacían, las entradas cada vez
son más caras, y las aficiones aprovechan cada oportunidad para recriminarse e
intercambiar reproches o canticos obscenos. Son muchas las diferencias entre la
atmósfera que se respira en Gran Bretaña
con el ambiente frío y enfadado de la península. La rivalidad tampoco debe
usarse como argumento, lo que pasa en el campo se debe quedar en el campo. En
los estadios británicos prima el espectáculo deportivo, se celebra el evento
deportivo y no se pierde el tiempo en atacar al rival, no es el estilo de las
Islas.
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La afición del Celtic no solo es fiel en Champions |
El problema
está en la mentalidad, los estadios son lugares en los que desconectar, pasar
un buen rato con la familia o los amigos y disfrutar de tus ídolos. En Gran
Bretaña se cumple con esta premisa, sin embargo en España se traslada la ira y
los problemas a los estadios. La gente busca desahogar sus problemas sobre los
aficionados rivales, utilizan el pretexto del partido para desatar su violencia.
Por suerte no todo el mundo acude a los estadios con este objetivo, aunque la
actitud entre los aficionados españoles y británicos es muy diferente, unos
exigen a su equipo, otros los espolean hasta el final. Una vez más demuestran
que el resultado no es lo realmente importante, lo que te hacen sentir es lo
que al final se recuerda. Este sentimiento no siempre depende del equipo, sino
de la actitud con la que vayas al campo.
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Anfield nos recuerda que nunca caminarás solo |
Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv
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