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domingo, 3 de marzo de 2013

Cuando el pasado sirve de estímulo para el futuro


El Fútbol Club Barcelona se ha visto envuelto en una crisis tras tres partidos horribles, las derrotas contra el Milan y el Real Madrid hacen creer en un cambio de ciclo. Tras cuatro años acostumbrados al éxito, la plantilla blaugrana no quiere creer en un futuro distinto, solo esperan que esta mala racha pase rápido y que los que ahora critican vuelvan a elogiar. Muchas son las cábalas sobre el mal que afecta al Barça pero la más clara es la que apunta a su banquillo. La ausencia de un capitán que guie la nave es evidente, jugadores como Messi e Iniesta son maestros con el balón pero no tienen el liderazgo suficiente para que la baja de Tito Vilanova pase desapercibida. Su sustituto momentáneo es Jordi Roura, la persona que ha demostrado que al Barcelona no lo entrena cualquiera y que dirigir un vestuario como el culé no es tan sencillo como parece.

Roura, inquilino del banquillo blaugrana/ Reuters

Siguiendo con la figura del banquillo, el nuevo inquilino es una especie de extraño, un desconocido que se ha encontrado en una complicada situación. La plantilla estaba demasiado acostumbrada a la presencia de Guardiola, Vilanova, como segundo técnico, también era una cara conocida. Toda esta rutina ha desaparecido de un día para otro, los jugadores buscan a su líder, en el banquillo falta el protector de una plantilla que no conoce el fracaso. El otro gran mal del fútbol es la precariedad, algo que también está dañando la estabilidad de la Ciudad Condal. El Barcelona ha estado cuatro años en una nube, su legado al mundo del fútbol es incuestionable, sin embargo tres derrotas son suficientes para olvidar un lustro de ensueño. Es cierto que el juego rápido y vertiginoso no ha sido constante a lo largo de la temporada pero la sensación en La Masía es la de falta de crédito, la cúpula azulgrana se ha merecido un mayor respaldo y en el momento necesario no lo han encontrado. Es el momento en el que los dedos señalarán a Villa, a Xavi y a Puyol, incluso se cuestionará al propio Leo Messi, se hablará de un cambio de ciclo y la prensa escribirá sobre la limpia que requiere el vestuario culé.

Guardiola fue el primero en sufrir la presión del éxito/ Reuters


Lo único evidente es que hace falta estabilidad, la actual situación de Tito Vilanova es contraria a esa necesidad. Hoy por hoy, el F.C. Barcelona está jugando sin entrenador. Es cierto que hay que ir buscando recambios, Xavi empieza a necesitar descanso y Puyol lleva un tiempo jugando entre algodones pero no parece justo olvidar el pasado reciente de este equipo. Es mucha la responsabilidad y esta responsabilidad debe recaer sobre la figura del entrenador, Guardiola era el protector de toda la plantilla, Tito supo dar continuidad a un proyecto en el que él ya participaba. Esa estructura debe volver para recuperar la estabilidad de un vestuario herido pero no hundido.

La ausencia de Vilanova ha sido fatal para el Barça/ Reuters
La situación por la que está pasando el Barça deja clara la crisis que afecta al fútbol de élite. Cada derrota supone una crisis para cualquier equipo, lo que hiciste en el pasado ya no importa, cada día hay que volver a empezar. Acostumbrarse al éxito acaba siendo contraproducente, es el entrenador el encargado de conducir todos estos sentimientos y sensaciones, la presión de volver a competir. El fútbol tiene poca memoria, puede parecer injusto pero es esta presión la que lo hace un deporte tan grande y exigente porque ya lo dijo Luis Aragonés: ¨hay que ganar y ganar y ganar, y volver ganar¨.

Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv

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