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lunes, 20 de mayo de 2013

La maldición del Benfica perdura tras 51 años


Todo era felicidad y alegría en aquel Benfica de principios de los 60, el equipo dirigido por el húngaro Béla Guttman acababa de ganar la Copa de Europa de 1962, nada más y nada menos que contra el Real Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento. Ese entorchado europeo era el segundo para el equipo lisboeta tras el conquistado, un año antes, ante el Barcelona de Kubala. Sin embargo, la magia del mejor equipo portugués de la historia se acabó con la marcha de su técnico, un técnico que dejó las vitrinas llenas y una maldición que afecta al club desde hace 51 años.

Béla Guttman rompió los esquemas de su época
Béla Guttman fue un futbolista austro-húngaro que jugó por todo el mundo durante los primeros años del siglo XX pero el destino le tenía reservado un gran futuro en el mundo de los banquillos tras la Segunda Guerra Mundial, desde aquel momento Guttman ha protagonizado varias hazañas, casi milagros, desde la pizarra.

El Honved y los problemas con Puskas
Béla Guttman dirigió al Budapest Honved, equipo en el que contó con Puskas, Czibor y Kocsis, la mejor generación de Hungría de la historia, los llamados ¨Magiares Mágicos¨. La aventura húngara acabó por el excesivo peso que tenía Férenc Puskas en el equipo, la estrella de Hungría desobedeció una orden del entrenador por lo que Béla se pasó el resto del partido sentado en el banquillo, fumando un puro y leyendo una revista.

El alivio de no ganar en Holanda
Otro de los países en los que Béla Guttman dejó huella fue en Holanda, a mandos del Enschede, germen del actual Twente. El carismático entrenador convenció a los dirigentes de firmar unas primas millonarias si conseguían ser campeones de liga, los dirigentes veían imposible este reto por lo que aceptaron la propuesta. El conjunto de Guttman luchó hasta las últimas jornadas por un título que, de haberlo conseguido, hubiese supuesto la quiebra del equipo.

El sistema revolucionario de Brasil
Otras de sus hazañas se produjo en Brasil, país en el que dirigió al Sao Paulo y con el que  ganó el Paulistao en 1957 con un revolucionario 4-2-4, sistema que utilizaría Feola para que la selección brasileña ganase el Mundial un año después.

La llegada a Portugal
Su siguiente destino era Portugal pero antes de escribir la historia más brillante del Benfica hizo una parada en Oporto. Una temporada y un título con los ¨Dragones¨ le valieron para recibir la propuesta irrechazable del Benfica. Su peculiar carácter se reflejó en la revolución que hizo del equipo lisboeta, hasta 20 jugadores abandonaron el vestuario de Da Luz, el técnico Guttman decidió empezar el proyecto de cero con una base de jugadores procedentes de África, sobre todo Mozambique, colonia de Portugal por aquel entonces. La leyenda cuenta que en una peluquería de Portugal Guttman coincidió con Bauer, jugador al que entrenó en el Sao Paulo, que le puso sobre la pista de un jugador que apuntaba alto: Eusebio.

Listos para triunfar
El jugador de Mozambique recaló en el Benfica a cambio de 350.000 escudos y se convirtió en la piedra angular de aquel equipo y de la selección lusa que acabó tercera en el Mundial de 1966. ¨La Pantera Negra¨ conseguiría el Balón de Oro en 1965.
El revolucionario técnico húngaro ya tenía una plantilla acorde a su filosofía, el Benfica estaba listo para volar alto en el panorama europeo. La Copa de Europa de 1961 y 1962 no se les escaparon a ¨las Águilas¨ además de los tres títulos de liga, una por cada año que Guttman dirigió al equipo.

Guttman y Eusebio fueron los ejes de aquel Benfica

La maldición de Guttman
Tras el éxito de 1962, el técnico se dirigió a la directiva del equipo portugués para pedir una mejora de contrato, sin embargo los dirigentes del Benfica, confiados con la plantilla del equipo, menospreciaron la labor del entrenador pensando que cualquier técnico podría ganar con Eusebio, Simoes y compañía. Béla Guttman, defraudado por el trato recibido, se marchó del Benfica pronunciando unas palabras que aún retumban en los oídos de cualquier aficionado lisboeta: ¨Sin mí, este equipo nunca más ganará una final europea¨.

Aquellas declaraciones terminaron convirtiéndose en una maldición ya que desde entonces el equipo ha disputado varias finales aunque sin la misma suerte: en el 63 ante el Milan, en el 65 ante el Inter de Luis Suárez, en la 68 contra el United de Charlton y ya más adelante en el 88 ante el PSV y en el 90 nuevamente frente al Milan de Sacchi, además de dos finales de UEFA. En la última final contra el Milan la expedición hizo una visita a la tumba del que fuese su técnico para realizar una ofrenda, sin embargo el ramo de flores no sirvió para anular una maldición que se mantiene tras 51 años.

El revolucionario 4-2-4 de Guttman/ Marca

Esta es la historia de Béla Guttman, un adelantado a su tiempo, un técnico revolucionario que implantó el 4-2-4, hizo una limpia del Benfica para convertirlo en la potencia europea del fútbol y que dejó un legado maldito para el equipo luso. El Benfica no ha vuelto a saborear las mieles de un triunfo europeo, la última oportunidad la tuvieron contra el Chelsea en la final de la Liga Europa de 2013, la próxima cita no se sabe cuándo será pero la maldición de Guttman parece reacia a abandonar el destino de un equipo cuyo estadio dejó de brillar en Europa hace mucho. ¨Las Águilas¨ quieren retomar el vuela pero sus alas parecen cortadas desde el día que decidieron dar la espalda a Béla Guttman.

Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv



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