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miércoles, 19 de junio de 2013

El fútbol argentino, una religión en decadencia

A lo largo de la historia Argentina ha sido el país que mejor ha representado la alegría por jugar, la pasión y el amor por unos colores. Los aficionados aclamaban a sus clubes y se unían para alentar a la selección, el equipo de todos. El sistema funcionaba, de allí salieron los más grandes de la historia con Maradona, Messi y Di Stéfano a la cabeza de una lista llena de talento. Hoy el fútbol argentino está manchado, hoy más que nunca el fútbol es un negocio en un país ligado al balón, al potrero, a las gambetas y al gol.

Independiente, con siete Libertadores, ha sido el último grande en descender

La situación de la liga de fútbol argentino es muy delicada, no hay estabilidad, los campeones se suceden unos a otros, los equipos más aclamados pelean contra el descenso, las jóvenes promesas emigran y los Barra Bravas controlan a las directivas a su antojo. La situación económica no acompaña, los equipos recurren a juveniles o a veteranos que están de vuelta. Los últimos ejemplos son los de Maxi Rodríguez, Mauro Camoranesi o Riquelme. Si el juvenil despunta enseguida es vendido a cualquier club europeo, no se contempla la idea de proyectos a largo plazo, los entrenadores tienen meses para conseguir los objetivos. El fútbol argentino lucha por sobrevivir, compite en el día a día. Éste es el primer problema, el nivel deportivo no es bueno. Se ha perdido el talento a cambio de correr. 

 ¨Hay gente que no sabe nada pero se postula para ser presidente de clubes prácticamente quebrados. Por algo será". Menotti.

Dirigentes que no saben de fútbol y que buscan el negocio, contratan a un entrenador y si no funcionan lo despiden, así es el ciclo. Buscan a la nueva promesa con la intención de lograr un traspaso millonario y conseguir así su comisión. Fue tal el éxito de este modelo, que Argentina ganó millones de dólares sólo por transferencias de jugadores –especialmente la Asociación de Fútbol Argentino, AFA, debido a que por reglamento interno debe recibir un porcentaje de cada operación- y se transformó en una exportación no tradicional de grandes réditos para el Estado. Los mejores nóveles salen al extranjero a equipos de dudosa calidad con menos de 30 partidos en Primera División –ayudados por la Ley Bosman, que permite que con Pasaporte de la Comunidad Europea no ocupen plaza de extranjero- y de la mano de algún intermediario que se lleva una gran tajada de la transferencia.

 "Lo que pasa es que donde hay pasión y hay multitudes, inevitablemente hay negocios. Y en nuestro fútbol hay gente a la que le divierte el manejo mafioso que se hace de la actividad". Menotti.

Una pasión desmedida que ha llevado a los Barra Bravas a hacerse con el control de los equipos convirtiendo cada partido en una guerra donde el fútbol pasa a un segundo plano. La organización y forma de actuar, basada en los códigos del silencio, convierte a estos ¨aficionados¨ en auténticas organizaciones mafiosas que sacan provecho de cada decisión que toma el equipo. El periodista Jon Sistiaga lo definía perfectamente en uno de sus reportajes: ¨Ser aficionado es una estilo de vida, ser Barra Brava es un medio de vida¨. Viven a costa de unos colores que proclaman amar y defender, saltan a los terrenos de juego a increpar a los jugadores y no dudan en ir a los despachos a negociar con el presidente. La realidad es que la mayoría de ellos no es capaz de recitar la alineación de su equipo y es que el fútbol ha dejado de ser el protagonista de este escenario.

Los Barra Brava increparon a los jugadores de River tras descender
La situación no parece que vaya a mejorar en el corto plazo a pesar de la labor de organizaciones que buscan limpiar la liga nacional. Mientras tanto continúa la pérdida de identidad. River Plate ascendió tras un año en segunda división, esta temporada ha concluido con la caída de Independiente que perdió el choque vital contra San Lorenzo alineando a ocho juveniles. Solo Boca se mantiene con los destellos de Riquelme, el último gran símbolo de un fútbol que era el ejemplo a seguir para todo el mundo.

Riquelme representa la última esperanza del fútbol argentino

Y ésa es la situación, pequeños retoques como el cambio de nombre del Apertura y Clausura pero la esencia es la misma. Los aficionados son los que más pierden al tener que convivir con los Barra Bravas cada fin de semana cuando van a contemplar un espectáculo cada vez más decadente. Muchas son las críticas dirigidas hacia Grondona pero el problema no tiene una fácil solución. Algunos presidentes hacen frente a las amenazas aunque cada vez son más los que consideran el enfrentamiento contra los radicales como una guerra perdida. Sin embargo el fútbol argentino sigue resistiendo en medio del caos, los grandes equipos pelean con los mortales, los juveniles juegan junto a leyendas de otra década y la pasión se mantiene en un país que ha visto a jugadores como Redondo, Messi, Kempes, Labruna, Pedernera y sobre todo a Maradona que ya advirtió hace tiempo que la pelota no se mancha.  

Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv

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