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lunes, 1 de julio de 2013

CADA TRIUNFO DE BRASIL ES UN RECUERDO PARA ZAGALLO

La selección brasileña mira entusiasmada al Mundial de 2014 que acogerá su país y el optimismo de cara a un nuevo título mundial ha crecido con la victoria en la Confederaciones. Los pentacampeones llevan demasiado tiempo sin lograr este ansiado trofeo, una copa ligada a la Canarinha y a un hombre: Mario Zagallo.

Zagallo, el señor de los Mundiales
Cinco estrellas luce Brasil en su pecho, sobre el escudo, recordando al mundo los cinco momentos en los que conquistaron tan preciada copa, en cuatro de esas cinco hazañas tuvo un gran protagonismo Mario Zagallo, el ¨Viejo Lobo¨. Zagallo comenzó su carrera futbolística como jugador, desde la banda izquierda dejaba detalles de una apurada técnica y a pesar de su escasa estatura era capaz de pelear por cada balón. Su entrega en defensa y su calidad en ataque le valieron para conquistar cinco cariocas entre otros títulos, siempre con el ¨13¨ a la espalda. Sin embargo, sus títulos más importantes llegarían con la zamarra de su país, portando la ¨verdeamarelha¨ Mario Zagallo consiguió el Mundial de 1958 y el de Chile de 1962. Los brasileños dejaban atrás el amargo recuerdo del ¨Maracanazo¨ con dos Mundiales consecutivos, todo gracias a la magia de Pelé, la calidad en ataque de Vavá y Didí, los desbordes de Garrincha y la entrega de Zagallo que ya miraba hacia los banquillos.

Como técnico tuvo unos grandes inicios en el banquillo del Botafogo, equipo con el que aumentó su palmarés con dos ligas y dos copas. Pero como ya le ocurrió en su etapa de jugador, los logros más destacados llegaron a cargo de la selección. Si hay un éxito que ¨El Profesor¨ recuerda con especial cariño es el del Mundial de 1970, en la cita celebrada en México Zagallo dirigió al mejor combinado nacional de la historia para conseguir el tercer título de Brasil. Aquel equipo maravilló a todos los aficionados al fútbol y parte de la culpa fue de Zagallo que consiguió juntar en el mismo equipo a Gerson, Tostao, Pelé, Rivelino y Jairzinho. Un juego de vértigo, un esquema dinámico con el que defendían en un 5-2-3 y que les permitía atacar con un 3-5-2. Pelé mandaba sobre el terreno de juego, Zagallo lo hacía desde el banquillo, era el ¨Jogo Bonito¨ en su máxima expresión y el premio fue una nueva Copa Jules Rimet y una nueva estrella que lucir en el pecho. Mario Zagallo ya había hecho historia al ser el primer profesional en lograr un Mundial como jugador y técnico. Este acontecimiento no se repetiría hasta el triunfo en 1990 de Alemania con un tal Beckenbauer como técnico.

Zagallo apostaba por la libertad de sus estrellas
Tras conseguirlo todo solo faltaba empezar a decaer pero ¨El viejo lobo¨ se resistió, entrenó en el Golfo Pérsico donde conquistó una Copa, llevó a los Emiratos Árabes Unidos al Mundial de 1990 y finalmente volvió a enfundarse el chándal de la ¨Seleçao¨. En 1994 Parreira pidió sus servicios como ayudante para preparar el Mundial de EEUU, con Zagallo en los banquillos no se conocía otro resultado que no fuese ganar y una vez más la gloria fue para los brasileños. La final ante Italia se decidió desde los 11 metros, una lotería que para proclamar al nuevo campeón. El supersticioso de Zagallo contempló la tanda desde aquel banquillo que tantas alegrías le había dado, y el supersticioso de Zagallo celebró como el que más el penalti que se iba a las nubes tras el puntapié de Baggio. Los mejores también fallan, pensarían muchos, Zagallo mientras tanto vinculaba su nombre a una nueva Copa del Mundo.

"Los jugadores lo apodaron 'el Profesor'. Su sola presencia en el banquillo es una muestra de solidez y muy tranquilizadora para los jugadores; una especie de nexo entre el pasado y el futuro". Parreira.

Tras el éxito de 1994 Parrerira dejó su puesto y ¨El Profesor¨ no dudó en volver a tomar las riendas de su selección. Tras ganar la Copa América del año anterior el combinado brasileño se dirigía a Francia para lograr su quinta estrella, pero 1998 supuso el fin del reinado ¨verdeamarelho¨. Aquella selección, liderada por Ronaldo y con la ausencia de Romário por decisión técnica, era la favorita a levantar el título. Los acontecimientos siguieron su cauce natural y Brasil se plantó en la final para enfrentarse a los anfitriotes, la selección francesa de Deschamps, Blanc y Zidane. A lo largo de la carrera de Zagallo ha habido muchos obstáculos pero la prueba más difícil se la encontró en la previa de aquella final. Unas extrañas convulsiones hacían creer que Ronaldo se perdería el partido pero tras unas pruebas médicas Zagallo decidió arriesgar y contar con su mejor jugador. La ausencia de Romário dejaba la delantera huérfana y ¨Ronnie¨ no estaba dispuesto a perderse la gran final. Los brasileños no entraron en el partido, Ronaldo se tambaleó sobre el terreno de juego y Zagallo contemplaba como los franceses perforaban las redes hasta en tres ocasiones. Tras muchos años de gloria Brasil debía conformarse con un subcameponato, una segunda plaza que puso punto y final a la vinculación entre Zagallo y la selección. Y es que hasta los mejores fallan.

El único reproche a Zagallo fue alinear a Ronaldo en la final

Hoy en día Zagallo sigue a Brasil desde el televisor orgulloso de formar parte de las historias que hay detrás de cada una de las estrellas que los brasileños lucen en el pecho. La estatua que tiene en Maracaná también sirve de homenaje para el seleccionador más exitoso de la historia, cada brasileño que la visite recordará sus logros y confiará en que se repitan en el próximo mundial celebrado en su propio país. Zagallo, con su superstición habitual, también lo seguirá desde la lejanía con la tranquilidad que le da saber que ya forma parte de esta historia.

Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv

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