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domingo, 24 de noviembre de 2013

Un país, una pasión y muchos ídolos





Brasil es el país de las favelas, el narcotráfico y la pobreza. También el del fútbol, la samba y las historias de superación. Historias de niños que crecen entre escombros, esquivando una vida dedicada al crimen y las drogas con un balón en los pies hasta llegar a Europa, donde pueden convertirse en ídolos. En estas circunstancias aparecieron Pelé, Ronaldo o Romário, todos ellos estarán atentos al Mundial que acoge su país en el verano de 2014.

Mientras tanto, seis meses antes de que la Copa del Mundo de comienzo, se pone punto y final al campeonato de Fórmula 1. También en Brasil, en el circuito de Interlagos, donde Vettel sigue haciendo historia mientras la máquina que conduce pretende quitarle méritos. Una carrera que también pone fin a la relación del brasileño Massa con Ferrari, en el recuerdo quedará el subcampeonato de 2008. Y sin olvidar la temporada de Alonso, segundo con un coche que no está a la altura de los colores que lo adornan. Todo eso acaba en Interlagos, el país del fútbol, la samba y de muchos ídolos. Uno de ellos, que perteneció al mundo de la Fórmula 1, fue Ayrton Senna, una leyenda que se decantó por la velocidad en lugar de por el balón. Cuando Senna se fue por culpa de esa amiga que era la velocidad Brasil se echó a llorar por el ídolo caído. Ahora el circuito de su país tiene una curva que simboliza la primera letra de su nombre, la curva que ha puesto fin a esta temporada del motor, a la relación de Massa y Ferrari y a la del cuarto título del insaciable Vettel.

Pero la grandeza de Senna no es suficiente, Brasil sigue siendo el país del fútbol por mucho que aquel piloto desafiase a la muerte cada vez que pisaba el acelerador. Todo en Brasil está relacionado con el deporte del balón, después de eso viene todo lo demás. El ejemplo más claro ocurrió en 1994 cuando estaba en juego la Copa del Mundo y Brasil e Italia se lo jugaban todo en los penaltis. La cara más amarga del fútbol apareció en el Mundial de EEUU, el mayor éxito de este deporte iba a depender de la suerte de los penaltis. En ese momento decisivo tienen que aparecer los símbolos, Roberto Baggio fue el protagonista de esa ruleta rusa en el que el recientemente desaparecido Senna fue el invitado especial. El mejor jugador italiano, consumado especialista a balón parado, lanzó la pena máxima por encima del larguero. Los brasileños se echaron a la calle, el Mundial volvía a ser verdeamarelho aunque fuese ante la crueldad de los penaltis. Una injusticia para un deporte tan bonito, una injusticia contra un jugador como Baggio. Entonces apareció la figura de Senna, los brasileños recordaron a uno de sus ídolos para exculpar al de los transalpinos. Había sido él, Senna, quien desde el cielo bajó para mandar el balón de Roberto hasta las nubes.


Senna apostó por la velocidad en el país del balón, su grandeza hizo que los brasileños le recordasen cuando habían logrado el mayor éxito del fútbol. Era el punto final de aquella historia entre los brasileños y un italiano, Baggio. Como hoy ocurre entre los italianos de Ferrari y el brasileño Massa. Todo esto serán recuerdos dentro de seis meses, cuando el balón eche a rodar para dar inicio al Mundial de fútbol. Entonces será el momento de Brasil, de Ronaldo, de Pelé, de la samba, del fútbol y quién sabe, tal vez vuelva a surgir la figura de Ayrton Senna.

Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Y Cristiano hizo la luz




¿Cuántos genios hacen falta para encender una lámpara? No, no es ningún acertijo pero sí una posible pregunta en el partido que enfrentaba a Portugal y Suecia. El premio era el billete para el próximo Mundial, los primeros contaban con Cristiano Ronaldo, los nórdicos tenían a Zlatan Ibrahimovic. El fútbol es un deporte colectivo, se juega en equipo, pero a veces los genios se aburren entre el mundo normal y deciden desviarse del camino, tomar sus propias decisiones, vivir la aventura ellos solos.

A estos dos genios, como suele ocurrir en estos casos, siempre les han acompañado esa sombra de individualistas que les impedían llegar al potencial de los más grandes. El caso del portugués es el más claro, podía jugar para él, buscando el truco que provoque el aplauso, pidiendo todos los balones para finalizar la jugada e incluso le podía salir bien pero daba la sensación de que no era lo mejor para el equipo. El crack sueco, un incomprendido, también disfrutaba con el balón y las virguerías. Positivo o no, lo cierto es que es divertido ver como ambos disfrutan con el balón mientras sus compañeros están demasiado serios, concentrados en cada jugada como si el fútbol fuera matemático.

Pero lo que manda es el colectivo y así, Cristiano e Ibra, fueron madurando y controlando ese carácter rebelde e inconformista que les llevaba a ir en contra del sistema que marcaba que el fútbol es A y B. Ellos se saltaban la hoja de ruta y jugaban sin táctica hasta que la libertad se fue limitando. El caso de Zlatan ha sido muy claro, sobre todo en su nueva etapa en el PSG donde es el líder del proyecto parisino. El delantero se descuelga de la posición del ¨9¨ y busca participar en la jugada, crear el espacio y proponer juego para sus compañeros aunque eso suponga que el gol lo meta otro. Ronaldo también ha dado un paso hacia delante en su formación, ya no es ese aspirante a regateador que se enfadaba si no tiraba un penalti o que no celebraba los goles si no eran suyos. A los genios se les ha ido una pizca de locura para beneficiar al colectivo.

Y los dos genios se encontraron en la repesca, el derrotado se quedaba sin Mundial. Desde ese punto de vista sólo podía perder el fútbol pero el destino a veces jugaba malas pasadas. Ronaldo dejó su firma en Da Luz y en la vuelta, en el territorio de Ibrahimovic, ambos delanteros se echaron su nación a la espalda. El luso volvió a abrir la lata pero el sueco, primero de cabeza y después de tiro libre, puso el partido al rojo vivo. El estadio enmudeció para ver el desenlace, en 15 minutos una estrella se quedaría sin ir a Brasil el próximo verano. Y entonces, cuando la cabeza te dice que te quedes atrás y aguantes el resultado, surge Cristiano Ronaldo y hace dos goles. En ese instante, con el estadio mudo, Ronaldo volvió a dejar atrás la lógica matemática del fútbol y se puso a correr a por el balón. Parecía que jugaba sólo, volvía a ser ese mago que busca impresionar con cada detalle, aportando espectáculo mientras sus compañeros, serios por la tensión, siguen atrapados en el sistema preciso que es el fútbol. Ya ha pasado, Cristiano está celebrando su tercer gol y el pase de Portugal a la Copa del Mundo de Brasil. Un instante de locura y se hizo la luz.

Pablo Hoz
@pablohozv
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