Brasil es el país de las favelas, el narcotráfico y la
pobreza. También el del fútbol, la samba y las historias de superación. Historias
de niños que crecen entre escombros, esquivando una vida dedicada al crimen y
las drogas con un balón en los pies hasta llegar a Europa, donde pueden
convertirse en ídolos. En estas circunstancias aparecieron Pelé, Ronaldo o
Romário, todos ellos estarán atentos al Mundial que acoge su país en el verano
de 2014.
Mientras tanto, seis meses antes de que la Copa del Mundo de
comienzo, se pone punto y final al campeonato de Fórmula 1. También en Brasil,
en el circuito de Interlagos, donde Vettel sigue haciendo historia mientras la
máquina que conduce pretende quitarle méritos. Una carrera que también pone fin
a la relación del brasileño Massa con Ferrari, en el recuerdo quedará el
subcampeonato de 2008. Y sin olvidar la temporada de Alonso, segundo con un
coche que no está a la altura de los colores que lo adornan. Todo eso acaba en
Interlagos, el país del fútbol, la samba y de muchos ídolos. Uno de ellos, que
perteneció al mundo de la Fórmula 1, fue Ayrton Senna, una leyenda que se
decantó por la velocidad en lugar de por el balón. Cuando Senna se fue por culpa
de esa amiga que era la velocidad Brasil se echó a llorar por el ídolo caído.
Ahora el circuito de su país tiene una curva que simboliza la primera letra de
su nombre, la curva que ha puesto fin a esta temporada del motor, a la relación
de Massa y Ferrari y a la del cuarto título del insaciable Vettel.
Pero la grandeza de Senna no es suficiente, Brasil sigue
siendo el país del fútbol por mucho que aquel piloto desafiase a la muerte cada
vez que pisaba el acelerador. Todo en Brasil está relacionado con el deporte
del balón, después de eso viene todo lo demás. El ejemplo más claro ocurrió en
1994 cuando estaba en juego la Copa del Mundo y Brasil e Italia se lo jugaban
todo en los penaltis. La cara más amarga del fútbol apareció en el Mundial de
EEUU, el mayor éxito de este deporte iba a depender de la suerte de los
penaltis. En ese momento decisivo tienen que aparecer los símbolos, Roberto
Baggio fue el protagonista de esa ruleta rusa en el que el recientemente
desaparecido Senna fue el invitado especial. El mejor jugador italiano,
consumado especialista a balón parado, lanzó la pena máxima por encima del
larguero. Los brasileños se echaron a la calle, el Mundial volvía a ser verdeamarelho aunque fuese ante la
crueldad de los penaltis. Una injusticia para un deporte tan bonito, una
injusticia contra un jugador como Baggio. Entonces apareció la figura de Senna,
los brasileños recordaron a uno de sus ídolos para exculpar al de los
transalpinos. Había sido él, Senna, quien desde el cielo bajó para mandar el balón
de Roberto hasta las nubes.
Senna apostó por la velocidad en el país del balón, su
grandeza hizo que los brasileños le recordasen cuando habían logrado el mayor
éxito del fútbol. Era el punto final de aquella historia entre los brasileños y
un italiano, Baggio. Como hoy ocurre entre los italianos de Ferrari y el
brasileño Massa. Todo esto serán recuerdos dentro de seis meses, cuando el
balón eche a rodar para dar inicio al Mundial de fútbol. Entonces será el
momento de Brasil, de Ronaldo, de Pelé, de la samba, del fútbol y quién sabe,
tal vez vuelva a surgir la figura de Ayrton Senna.
Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv
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