Mesut Özil ha sido un caso curioso dentro del Real Madrid y
no solo por su inesperada venta. El alemán llegó al club de la capital española
cuando ya había dejado detalles de calidad en Bremen, los expertos en fútbol
internacional veían cosas en el menudo centrocampista de origen turco. En el
Mundial de 2010 comenzó su consagración, su partido contra Australia fue increíble,
completo, el imberbe jugador se había echado a su espalda a la tricampeona del
Mundo. Para hacer a la pequeña joya aún más jugosa su contrato con el Werder
Bremen estaba a punto de expirar, un jugador joven y de talento que se ponía a
tiro de los grandes de Europa. Y el jugador aterrizó en Madrid, previo pago de
15 millones de euros, se puso el ¨23¨ a la espalda y empezó a jugar. Jugó muy
bien, desde el principio, el Bernabéu quedó prendado y Özil se convirtió en su
ojito derecho. Ahí se inició la peculiar historia del alemán en España, un
jugador talentoso que llegaba al Real a bajo coste y que contaba con el apoyo
de una de las aficiones más exigentes del mundo del fútbol. El puzle, desde
luego, era contrario a las experiencias habituales de Concha Espina.
Y Özil siguió jugando y el Bernabéu siguió aplaudiendo a su
niño mimado, su forma de ser no le convertía en el prototipo de galáctico pero
atesoraba quilates de calidad. Jugador elegante y con un guante en la zurda, su
única debilidad era la irregularidad durante los partidos, el mal típico de
estos jugadores. Pero para la afición esto no era un problema, Mesut podía
estar desaparecido 85 minutos durante el partido pero si le llegaba el balón en
el momento oportuno lo ponía donde quería. Veía los espacios y tenía el toque,
suficiente para convertirse en el mejor asistente del equipo, en el mejor socio
para un Cristiano desbocado. Pese a su irregularidad los números están ahí,
Özil siempre aportaba y además dejaba algún detalle para la galería, era el
jugador de más clase del Real Madrid. Palabras mayores, un control con
elegancia, un regate en corto, esa conducción de balón con el exterior del pie
izquierdo y el Bernabéu se ponía en pie. Todo iba bien para el chico de los 15
millones, su apariencia de frágil y su intermitencia no eran problema para una
afición entregada al gesto de Özil. Se disfrutaba con el alemán.
¿Y el equipo? El equipo también se beneficiaba del talento
del jugador, cuando aparecía. Algunos críticos apuntaban a que Özil solo surgía
en partidos poco importantes, lo cierto es que fue clave en la liga que se
conquistó en el Camp Nou pero se le ha echado en falta en algunos encuentros de
Champions. Aún hay lamentos por aquella ocasión contra el Borussia. Aún así
Özil, y sobre todo su padre, pensaron que la mejora de contrato era merecida.
El club no lo contempló, los 5 millones de euros al año eran suficientes, el
jugador más técnico de la plantilla no debía alcanzar el escalón de Cristiano
Ronaldo. Y surgieron los problemas. Y se fue Mourinho, el técnico que confiaba
en esos 15 minutos en los que Özil podía cambiar el partido.
La mejora de contrato no llegó, quien sí llegó fue Gareth
Bale y cobrando más que el ¨10¨ blanco. Además, con la irrupción de Isco y el
nuevo esquema de Ancelotti, el alemán se veía arrastrado a la banda, desde allí
sus cualidades quedaban mermadas y eso era demasiado letal para un jugador ya
de por sí intermitente. Si la formación de Carletto no cambiaba y el galés
entraba en el equipo titular Mesut tendría que competir con el recién llegado
Isco. El niño mimado del Bernabéu, que se estaba echando a la espalda a la
mejor generación de Alemania de las últimas décadas, no solo no veía aumentada
su ficha sino que, para más inri, veía peligrar su titularidad. La mecha había
prendido y la exclusiva joya que fichó el Madrid por apenas 15 millones de
euros comenzó a escuchar los cantos de sirena que venían de la Premier, un
paraíso futbolístico.
El futbolista, alentado por su padre, terminó aceptando la
oferta del Arsenal. El Madrid tenía pensado vender a Di María pero su entrega,
las quejas e irregularidad del alemán y la aparición de Isco cambiaron los
acontecimientos. Los Gunners pusieron
45 millones de euros para hacer el fichaje más caro de su historia, el Madrid
cerraba su venta más fructífera y Mesut sentía la confianza que no veía en
Ancelotti. Todos salieron ganando, el Real saneaba sus cuentas, perdía a un
jugador de talento pero le reemplazaba Bale quien sí respondía al prototipo de
galáctico, mientas en Londres el Arsenal cerraba, por fin, el fichaje de
relumbrón que tanto ansiaba la hinchada. Quizá el más perjudicado sea Özil que
cambia al Real por un equipo que debe pelear duro por entrar en Champions. Por
el momento el Bernabéu se muestra contrario a la pérdida de su joya más
brillante, Bale e Isco harán que esas quejas sean intermitentes, que solo se
escuchen cuando Özil deje algún detalle en Londres porque, como todas las joyas
exclusivas, se luce en contadas ocasiones. Hasta que ese momento llegue el
protagonista de esta historia ha sido presentado en su nuevo club, sus primeras
palabras en inglés fueron un guiño para su nueva afición a la que ya empieza a
enamorar, al escuchar sus aplausos tal vez recuerde el cariño que le brindó el
madridismo cuando aterrizó en España por 15 millones de euros. Cuando un simple
detalle de calidad le servía para cambiar un partido, y tal vez piense que un
simple detalle, un esfuerzo por pelear el puesto, le hubiera servido para decir
¨Yo soy madridista¨ y triunfar en el equipo blanco. Pero no, Özil, hoy por hoy,
es Gunner.
Pablo Hoz Villanueva
@pablohozv
Como centrocampista, las habilidades y la capacidad de Özil para crear oportunidades de gol son ampliamente elogiadas. El ex entrenador del Real Madrid Mourinho comparó una vez su capacidad de asistencia con la leyenda del Real Madrid Zidane. En la temporada 2010-11, Özil rindió un total de 25 asistencias en competiciones nacionales y europeas, convirtiéndose en el rey de las asistencias de las cinco grandes ligas.
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